Historia
La semilla es sembrada
Corrian los años 80’s cuando el evangelio comenzaba a esparcirse dentro de la Comunidad de Corte Segundo, esto derivado de la labor que realizaron grandes siervos y misioneros de Cristo que habían sido enviados a llevar las buenas nuevas de salvación. Fue en aquella época que poco a poco las almas se iban añadiendo a los distintos grupos evangélicos que habían surgido dentro de la comunidad.
El 2 de enero de 1993 y en el seno de un hogar donde se abrió el corazón para escuchar el bendito mensaje de la palabra de Dios se inician los cultos de hogar de la misión Eben- Ezer, a cargo del pastor Vicente, sin embargo, al poco tiempo, en 1994, el siervo a cargo de la obra tuvo que dejar la obra para continuar con otros proyectos a los que Dios le había llamado, pero esto no fue un obstáculo para proseguir, pues siempre hubo corazones y vidas dispuestas al servicio de Cristo. En 1994, motivados por el amor de Cristo y la pasión por las almas, Dios llama a dos siervos, la pastora Fabiana Niño y Saul Hernández quienes llegan a visitar la obra que en ese momento no tenía pastor, ambos apoyaron la obra visitando con frecuencia e impartiendo la palabra que Dios había puesto en sus corazones.
En 1995, recién egresada del instituto bíblico y enviada de parte de Dios, con un ferviente espíritu de amor y entrega por la obra de Cristo, llega a la comunidad a apoyar la obra la hermana Georgina Ávila Armenta, quien caracterizada por su gran pasión por las almas durante los próximos meses desarrollaría un gran trabajo de evangelismo y enseñanza dentro de la obra.
El llamado de Dios
Fue por aquella época, bajo el pastorado de la hermana Georgina Ávila Armenta que Dios había dispuesto en su corazón a quienes habrían de continuar con la gran comisión.
Fue por este tiempo, que los pastores Agustín y Carmen originarios de la Comunidad de Corte Segundo, al poco tiempo de haber formado su hogar, recibieron las buenas nuevas de salvación por medio de Raul Espino, un siervo de Dios que visitaba la comunidad para desarrollar su trabajo diario y quien nunca dudó de compartir las buenas nuevas de salvación.
Aunque al inicio, el impulso por continuar aprendiendo acerca del mensaje que habían recibido provino principalmente de la Pastora Carmen, esto no detuvo el propósito de Dios para sus vidas, pues pronto esta situación cambiaría.
Al poco tiempo la semilla que fue sembrada en sus corazones rindió fruto y en 1994 en el templo del pastor Ángel niño, en la comunidad de Caldera, los hermanos Agustín y Carmen toman la decisión de aceptar a Cristo como su único señor y salvador, sin embargo, el proceso no fue sencillo, por un lado, aún había grandes inquietudes dentro de sus corazones y por otro, los problemas por haber adoptado una nueva fe comenzaron venir a sus vidas, dificultando así los primeros pasos de la vida cristiana.
Ante la lejanía y dificultad para llegar a la Iglesia a la que asistían, los pastores deciden congregarse en la iglesia Eben-ezer de la que estaba a cargo la pastora Georgina. Un año después, la Pastora Georgina tiene que dejar la obra, quedando temporalmente la obra sin un pastor oficial.
Primeros pasos de fe
El 23 de abril de 1995, en un acto de fe y valentía, y en obediencia a la palabra de Dios bajaron a las aguas bautismales los pastores Agustín y Carmen, siendo éste el inicio de lo que pronto Dios haría.
El llamado
El 2 de mayo de 1996, estando al frente como representante de la zona San Luis Potosí del concilio Iglesias de Dios en Cristo en la República mexicana (IDECAR) el pastor José Rico visita la misión Eben-Ezer con la finalidad de realizar una reunión y designar a un nuevo encargado de la misma. Es entonces que por designio y propósito de Dios, se elige al hermano Agustín como nuevo pastor de la Iglesia, siendo este, el comienzo de grandes proezas que más tarde Dios traería y afirmaria en su ministerio.
La nueva encomienda no resultó algo fácil, pronto las inquietudes y preguntas vinieron a sus corazones. En palabras de nuestro pastor expresa lo siguiente:
“No estaba seguro de la encomienda que se me había dado, incluso posterior a esa reunión en mi interior llegué a arrepentirme por haber asistido a la reunión donde fui elegido para asumir el pastorado, no era una encomienda sencilla y yo no tenía experiencia en una labor como esta”
No hubo opción, el mandato divino estaba dado y sin mas que decir en una entrega total por las almas, caminando en fé y con determinación comenzaron sus primeros años como pastores al frente de la Iglesia Eben-ezer.
La promesa de un lugar para adorar a Dios
Durante los primeros años de los pastores Agustín y Carmen, no existía un espacio físico dedicado exclusivamente para la iglesia, los servicios eran realizados en hogares y poco después se establecieron en el patio de la casa del pastor Agustín.
Ese pequeño lugar fue testigo de grandes señales y prodigios, dentro de esas cuatro paredes hubo milagros y sanidades, ese lugar vió venir muchas almas a los pies de Cristo, recibió nuevas generaciones de creyentes e incluso se realizaron grandes campañas donde el Espíritu de Dios derramó su presencia de una manera extraordinaria.
Al paso de los días un nuevo anhelo y sueño crecía en el corazón de los pastores, el patio de su casa, lugar donde se reunían para adorar a Dios ya no resultaba suficiente para todos los que fueron viniendo a los pies de Cristo, pronto la congregación aumentó y fue necesario destinar un lugar para la adoración a Dios. Es aquí donde la fé y esperanza en sus vidas fue el mayor impulso que tuvieron para comenzar a orar a Dios por provisión para construir un templo donde pudieran adorar al señor.
Fueron varios años en los que junto con la congregación permanecieron orando a Dios, sin haber recibido las promesas, pero confesando con sus labios lo que sus ojos fisicos no veían pero que con sus ojos espirituales ya lo habían recibido.
Durante este tiempo Dios usó a grandes siervos que trajeron palabra de edificación a la iglesia, por mencionar a algunos de ellos, hermana Estela Tovar, hermano Salvador Cantellano entre muchos otros.
Una noche en una campaña Dios se movía a través de su Espíritu Santo, de pronto el predicador invitado fue usado por Dios para revelar que alguien de los asistentes estaba recibiendo palabra de Dios, en relatos del Pastor Agustín se cita lo siguiente:
“Todos nos miramos alrededor para ver quien era, de pronto un joven cayó de rodillas y comenzó a hablar lo que Dios había revelado a su corazón -¡Veo un templo, una iglesia llena de gente!-”.
Este fue el comienzo y confirmación de la obra que Dios comenzaría a levantar de lo que tanto anhelaban y por lo que habían estado orando por años.
Al poco tiempo Dios puso los medios para adquirir un terreno del cual muchos dudaban, pues sus características eran poco alentadoras y el trabajo que requería para levantar los primeros cimientos era realmente una tarea dura y difícil, sin embargo, Dios no se habían equivocado, pronto comenzaron los trabajos de cimentación y tras algunos años de mucho esfuerzo espiritual, físico y económico el 30 de mayo de 2005 por fin se logró terminar la loza del templo logrando finalmente el 19 de junio de este año, celebrar el primer culto.
Consolidación de la obra
Fueron innumerables las bendiciones que Dios tuvo para con su iglesia, humanamente era imposible pensar en adquirir un lugar y construir una edificación como esta, sin embargo, la fé era grande y el amor por Cristo siempre estuvo presente. La obra continuó y años después la iglesia pudo ver lo que con el corazón había anhelado.
Al paso del tiempo, nuevos siervos visitaron la obra entre ellos el pastor Fernando Monzón, quien en noviembre de 2006 visitó por primera vez la congregación y a los tres años de conocerle la iglesia vino a formar parte del concilio Clamor por mi Ciudad con sede en Matamoros Tamaulipas. Este, fué también el comienzo de grandes sueños y proyectos divinos que tiempo atrás se habían anhelado, tales como el instituto bíblico.
Son inumerables las proezas que Dios ha hecho durante esta trayectoria de más de 27 años, pero ciertamente la mano de Dios siempre nos ha sustentado.